Apelo en favor de los Animales


         Vos que vedes luces en estas letras, que trazan la estrada de la Evolución Espiritual, y no vos encontrad más esclavizados por el “genio del mundo”, “a la hierba que seduz, a las flores que encantan, tiene compasión de los pobres animales, no les despanquéis, no les maltratáis, no los repudiéis.

         Acordad mis amigos, que el Padre, en su infinita misericordia, os cerca de cariños, y, previendo la deficiencia de sus espíritus infantiles, les da hartas cosechas sin la condición de que siembran o planten: platos llenos de hierbas o flores olorosas, bosques sombríos, planicies y planaltos, donde no les falten los frutos de la vida; ríos, lagos y mares, por donde se escoan los rayos del Sol, la luz de la Luna, el brillo de las estrellas.

         Sed buenos para con vuestros hermanos inferiores, como deseáis que el Padre celestial os cerquéis de cariño y amor.

         No encerréis en jaulas los pájaros que Dios creó para que habitasen los ares, ni arméis trampas a los animales que habitan las matas y los campos.

         Renunciáis a las cazadas, la diversión vil de las almas bajas, que se alegran con los estertores de los dolores ajenos, sin pensar que podrán también tener dolores angustiosos, y que, en estos momentos, al revés de risos de alegría, necesitarán del bálsamo y de la misericordia.

         ¡Hombres! Tratad bien a los animales, os limpiad, os curad, os alimentad hartamente, os dad reposo, huelga en el servicio, porque son ellos quienes les ayudan en la vida, son ellos quiénes vos ayudan en la manutención de vuestra familia, en la creación de vuestros hijos.

         ¡Señores! Acariciad vuestros jinetes, vuestros perros, os dad medicina en la enfermedad, tratamiento, libertad y reposo en la vejez.

         ¡Carroceros! No sobrecarguéis vuestros burros y vuestros caballos como hacen con los hombres o escribas fariseos: les imponiendo pesados fardos que ellos, ni con la punta del dedo os quiere tocar.

         Os acordad que los animales son seres vivos, que sienten, que se cansan, que tienen fuerza limitadas, y , finalmente, que piensan, y que, en limitada lenguaje, acusan su impotencia, su fatiga irreparable a los golpes de reyo y de las bastonadas con que os oprimís.

         Sed benevolentes, porque también en comparación a los espíritus Divinos, de quien imploráis luz y benevolencia, sois asnos sujetos a la acción refleja del bien y del mal.

         Señores y matronas. Chavales y niños. Los animales domésticos son vuestros compañeros de existencia terrestre; como vos, ellos vinieron evolucionar, aprender. Sed sus ángeles tutelares, y no ángeles diabólicos y maléficos a cercarles de tormentos, a infringirles sufrimientos.

         Sed benevolentes para con los seres inferiores, como es benevolente para con todos, nuestro Padre que está en el Cielo.

Cairbar Schutel
Página extraída del libro Genese del Alma, 6 ed., de 1982, de La casa Editora O Clarim, de capítulo con el mismo título, constante en las páginas 118-120.