La semillita insistente

         Alguien, no se sabe quién, lanzó una semillita por la ventana o, va a saber, ella saltó para huir de alguna cosa. Ella cayó y fue saltando, saltando hasta parar en los pies de un chico, Pedrito, que volvía de la escuela.

         Pedrito fue pateando aquella semilla hasta estar harto de ella:

         - Chau para ti, semillita rara, tengo mejores cosas que hacer que patear semillas – dijo el chico dando la última patada.

         Pobre semillita, muy triste terminó en el rincón de una acera bajo un sol de justicia. Llegó la noche y ella pudo refrescarse un poco, pero en la mañana siguiente fue barrida por los barrenderos que cuidan la limpieza de las calles.

         Y la semillita pensaba: “¿será que nadie se importa conmigo? ¿Nadie me va a plantar?” En este momento, Pedrito, que estaba yendo a la escuela, sintió una cosa en sus zapatos ¿Sabéis que era? La semillita.

         - Tú, otra vez, semillita, ya jugué contigo ayer, hoy no tengo tempo. Y una vez más, ella fue lanzada a un rincón de la calle.

         Las personas pasaban, la pisoteaban sin ni al menos verla.

         La semillita lloró, pero no desistió “alguien me va a notar, aquel chico es mi esperanza, igual a la vuelta...”.

         ¿Sabéis que pasó? Al volver de la escuela, Pedrito encontró la semillita, cuando la pateó, sin querer:

         - Estoy harto de encontrarte en mi camino, tengo que solucionarlo – dijo el chico, mientras juntaba la semilla.

         ¿Sabéis lo que él hizo? Cuando llegó a casa fue hasta el jardín y enterró la semilla ¿Por qué él enterró la semilla? ¿Para ya no más encontrarla o bien para que ella creciera? Tú elijes.

         En aquella misma noche, llovió. Amaneció con un bello sol. Cuando Pedrito despertó, ¿qué habrá pensado? Igual pensó “estoy libre de aquella semillita que vivía persiguiéndome.

         Los días se pasaron. En un domingo Pedrito despertó y fue a jugar en el jardín. ¿Sabéis lo que él vio? Esto mismo, la semillita estaba convirtiéndose en un arbolito. El chico estuvo muy contento y pasó a cuidar de la plantita. Y ella fue creciendo y fue dando semillas que se convirtieron en más y más arbolitos.

         Y así fue como Pedrito aprendió a gustar y respectar las plantas. Hoy él es un chaval y ya posé una enorme plantación de árboles de todos los tipos y reparte esquejes de varias especies por muchos sitios, donándolos a los que no pueden comprar. Él sabe de la importancia de las plantas de la naturaleza y busca enseñar a las personas que respetar la naturaleza y cuidar las plantas es ayudar a construir un futuro mejor.

Cleusa Lupatini