Rencarnación
         La rencarnación es la vuelta del Espíritu a la vida corporal, pero en otro cuerpo, un cuerpo nuevo, como bebé. Es una ley de justicia y amor. El Espíritu pasa por diversas experiencias corporales. A cada nueva existencia, el Espíritu tiene la oportunidad de evolucionar espiritualmente. Ese progreso espiritual depende, exclusivamente, de la voluntad, del conocimiento y de la acción del Espíritu. Evolucionamos haciendo el bien, aprendiendo a perdonar, participando de la evangelización, estudiando, cuidando de la naturaleza, de los animales, ayudando en casa, etc.


         Ley de causa y efecto
         Toda acción tiene una consecuencia. Las consecuencias de nuestras acciones buenas o malas pueden ser inmediatas o futuras. No habiendo castigo pero sí aprendizaje, oportunidades de mejorarse espiritualmente. Todo lo que ocurra para el Espíritu (nosotros), tanto en la vida corporal cuanto en la vida espiritual, es resultado de nuestras acciones (escojas).


         Dios
         Creador del Universo. Creó el Espíritu y la Materia. Las leyes de Dios son inmutables, eso es, no cambian. Dios es la Inteligencia Suprema, causa primaria de todas las cosas (el origen de todo lo que hay en el Universo). Eterno, Inmutable, Inmaterial y Único.


         Caridad
         Caridad es amar el prójimo, es hacerle todo lo bien posible que desearíamos que nos fuera hecho. Este es el sentido de las palabras de Jesús: "Amar unos a otros, como hermanos.”


         Inmortalidad del Espíritu
         El Espíritu sobrevive a la muerte física. Por lo tanto es inmortal. Conserva, después de la muerte del cuerpo físico, su personalidad, su individualidad.


         Existencia de los Espíritus
         Los Espíritus son los seres que viven en el universo, afuera del mundo material, constituyen el mundo invisible. Son las almas de los seres humanos que vivieron en la Tierra, que dejaron el cuerpo físico.


         Ley de Evolución
         El progreso es una necesidad que el Espíritu sentirá más temprano o más tarde. Todos deben avanzar, eso es, evolucionar. Nuestro objetivo es atingir la perfección relativa, como nuestro modelo y guía: Jesús.