La Historia de Joice


         Joice es una chica de 12 años, estudiosa, calma y amiga de todos.

         Todavía, ayer ella ha tenido un día difícil en el colegio. Ella estaba hablando, un rato, con un compañero y la maestra llamó su atención. Joice se quedó con vergüenza y aburrida, pues era una maestra de quién le gustaba mucho y Joice sabía que su actitud no estaba correcta.

         Por la noche, cuando sus padres le convidaron para ir a la palestra de Divaldo Franco, ella no quiso ir. Además, empezó a gritar, con una voz gruesa, que no quería que sus padres fueran. Ni parecía Joice. Ella gritaba y pedía para que ellos se quedaran en casa con ella.

         Delante de la actitud de la chica, los padres hablaron con ella tranquilamente, le dijeron que le amaban mucho y que debían hacer una oración juntos.

         A Joice no le interesaba la oración, pero sus padres fueron firmes y empezaron a hacer una oración. Ella, luego fue tranquilizándose y acabó durmiendo más temprano en aquella noche. Su padre fue asistir la palestra y su madre se quedó en casa con ella.

         En el día siguiente, Joice les dijo que no se acordaba mucho de lo que había ocurrido en la noche pasada. Contó, también, que, a veces, tenía ganas de pelear sin motivos, como si alguien, en el fondo de su cabeza, le sugiriese algo.

         La madre oyó atentamente, y las dos quedaron para ir al Centro Espírita en la misma noche, charlar con alguien que pudiera ayudarlas.

         En el Centro Espírita fueron atendidas por una señora simpática, que oyó la historia de Joice y de cómo la chica se sentía.

         Ella explicó que todos somos influenciados por nuestros hermanos desencarnados que se unen a nosotros por intereses comunes. Y continuó:

         - A veces, es como si oyéramos una voz diciendo: ¡Haga eso! ¡No haga aquello! Los espíritus pueden intentar influenciarnos para que hagamos cosas buenas o malas. Pero depende de cada uno oír los consejos o no.

         La señora dijo también, que siempre tenemos un espíritu amigo, nuestro ángel protector, que nos da buenos consejos. Pero, para sentirle, a través de la intuición, hay que tener ganas de andar por el camino bueno. Y que una oración siempre ayuda para que él se acerque más de nosotros.

         Madre e hija aprendieron muchas cosas en aquella noche. Ellas quedaron para leer algunos libros sobre influencias espirituales, realizar el Evangelio en el Hogar en familia y siempre que tuvieran malos pensamientos harían una oración, pidiendo ayuda al espíritu protector.

         Preguntar: ¿Ustedes creen que Joice dejó de sufrir las influencias de los hermanos desencarnados?

         Joice, como todos nosotros, siente las influencias espirituales, pero con más conocimiento y aplicando la máxima: vigiad y orad, ella consiguió recibir mejor las influencias positivas, que llevan al camino de bien.