La patata


         Augusta estaba muy aburrida porque Livia había perdido un DVD que llevó prestado. No obstante la chica ya hubiese pedido disculpas, Augusta no quería jugar con ella. Y aún dice que no perdonaba y que no quería más hablar del asunto.

         La madre de Augusta, Doña Luisa, no entendía como una amistad tan antigua y tan bonita podría acabar, de repente, y por un motivo cualquiera. Sugirió, entonces:

         - Vamos a hacer el siguiente: mientras usted estuvier lastimada con su amiga, usted va a llevar esta patata para todo el lado. Ella será su nueva amiga.

         Augusta aceptó, con la idea de que no precisaba perdonar Livia, pues pensaba que así daría una buena reprimenda en la chica. Pasó entonces a llevar la patata por la casa. Cuando fue ducharse, duchó la patata, le puso perfume y hasta dibujó una carita en su nueva amiga.

         El otro día, antes de ir a la escuela, su madre le preguntó:

         - ¿Vas a hablar hoy con su amiga Livia?

         - Ni pensar... – contestó Augusta.

         - Entonces lleva la patata para la escuela. – dice firmemente la madre.

         A Augusta no le pareció malo, pero en el medio de la mochila, nadie iba a percibir. Durante el intervalo, acordó que Livia era una amiga muy querida. Tuvo voluntad de disculparla, pero era orgullosa: creía que estaba cierta y que su amiga debería sufrir.

         En el día siguiente la madre argumentó que alimentar sentimientos malos perjudicaba solamente a quien sentía. Pero nada hacía Augusta cambiar de idea. Y, conforme el combinado, mientras no perdonase la amiga, llevaría la patata.

         - Para mí, está todo bien – murmuró la chica llena de pesar.

         - Todavía, en el tercer día, la patata empezó a tener un olor muy malo. Preguntaron lo qué había en la mochila. Augusta nada dice.

         - No puedo más! La patata está con un olor muy malo! – dice con aflicción al llegar a casa.

         - Pero fue usted quien escogió llevar el pesar – dice Doña Luisa.

         - ¿Y lo que tiene que ver la patata? – quiso luego saber.

         Entonces, calmamente, la madre explicó que la patata simbolizaba el pesar que ella sentía por la amiga. Y que los sentimientos malos no hacían mal a Livia, pero sí a la hija, que estaba emitiendo energías negativas, semejantes a la patata de la cual salía un olor desagradable.

         - Cuando solo decimos que perdonamos, pero no olvidamos lo qué nos ha lastimado es como guardar la patata en el armario… Quedamos con algo guardado que solo nos hará mal. ¿Ya has pensado después de un mes?

         - Ni quiero imaginar. Augusta finalmente comprendió que el pesar y el odio son sentimientos que perjudican solamente q quien los siente.

         Después de esta charla, Augusta habló con Livia y olvidó completamente lo que ocurrió.

         Aún hoy, cuando piensa en no perdonar o guardar pesar de alguien, se acuerda luego del olor malo de la patata que llevó, y tarta luego de perdonar la persona y olvidar el ocurrido.


Historia basada en mensaje sin autoría, recibida por Internet
Claudia Schmidt